¿Amamos a Dios o codiciamos lo que Él nos
da?
¿Relacionados o interesados?
Muchas veces vemos las iglesias repletas de fieles
cuando se anuncia un día especial, de prosperidad, sanidad o unción.
En una noche de milagros vemos estadios repletos de
personas que van en busca de una sanidad, o una unción especial.
¿Qué pasaría si se hiciera una invitación alegando que
nada se dará? Que no caerá fuego del cielo sino que solo se alabará la
majestuosidad de Jesucristo. Mi pregunta sería: ¿Si se anunciara esto con días
de anterioridad, se llenarían los estadios y las iglesias?
Todo esto me hace acordar del pasaje de Génesis 3:21 que cuando el hombre pecó, Dios le hizo
túnicas con pieles. Ahora el hijo de Dios actúa solamente buscando los regalos
de Dios: la sanidad, la unción, la prosperidad.
Antes bien deberíamos añorar lo que aparece en Génesis 3:8, oír la voz de Dios paseándose con
nosotros, deberíamos anhelar las charlas con Dios y no las túnicas, estar cerca
de Él, tal vez desnudos pero con Dios, tal vez sin cosas materiales pero oyendo
su voz todos los días como lo hacían Adán y Eva en el huerto de Edén antes de
pecar.
Muchas veces anhelamos las bendiciones de Dios pero no
anhelamos una relación con Él. Muchas veces preferimos una “túnica de pieles”
que oír su voz en nuestras vidas.
Como dice en Mateo 6:33
“buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y las demás cosas os serán
añadidas”
Muchos cristianos buscan primero las añadiduras antes
que a Dios mismo. Van en busca de los panes y los peces y no del mismo Señor.
Ahora estamos viendo un grupo de cristianos
“interesados” en lo que Dios tenga para darles, y optan por tomar dos caminos:
uno es alejarse cuando Dios no les da lo que piden y dos, se alejan cuando lo
reciben. Ambos cristianos están mal, ambos cristianos están en una mala actitud
ante Dios.
Tenemos que actuar como el profeta Habacuc cuando
decía que aún teniendo nada, Dios era su gozo y fortaleza.
“Aunque la higuera no florezca, ni en las
vides haya fruto, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den
mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los
corrales, con todo yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi
Salvación, Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas y en mis alturas me hace
andar” (Habacuc 3: 17-19)
¿Pero actuamos así cuando las circunstancias son
adversas?
Debemos dejar de actuar como simples interesados en lo
que Dios nos pueda dar, y comenzar a interesarnos por Él.
A veces actuamos igual que en los tiempos Bíblicos,
cuando le demandaban una señal a Jesús.
“La generación mala y adúltera demanda
señal; pero señal no le será dada, sino la del profeta Jonás. Porque como
estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el
Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:
39-40)
¿Quiénes somos como para demandar algo al Rey de Reyes
y Señor de Señores? Muchas veces actuamos de igual manera y pedimos a Dios,
como los escribas y fariseos de aquel tiempo, que nos dé una señal de esto o
aquello. Solamente debemos agradecer a Dios porque vino hecho Hombre a este
mundo para darnos vida juntamente con Él.
Gracias a Él tenemos la
salvación de una muerte segura.
· “De
cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene
vida Eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida” (Juan
5:24)
· “Y
como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo
del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna” (Juan 3:14-15)
· “Porque
de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en el cree, no se pierda, más tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Gracias a Dios, tenemos la promesa de que
nadie nos apartará de Su lado
·
· “Mis
ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna, y
no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27-28)
· “Antes
en todas estas cosas somos mas que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del Amor de Dios, que
es en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8: 37-39)
Gracias a Él estamos libres de condenación
· “Ahora
pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1)
Gracias a Él tenemos la seguridad de la Fe
· “Con
gozo damos gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia
de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y
trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre,
el perdón de pecados” (Colosenses 1: 12-14)
Gracias a Él somos sus Hijos
· “Mas
a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre les dio potestad de
ser hechos Hijos de Dios” (Juan 1:12)
Gracias a Él tenemos esperanza
· “En
la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera
dicho, voy pues a preparar lugar para vosotros. Y si me fuera y os preparare
lugar, vendré otra vez y os tomaré a mi mismo, para que donde Yo estoy, vosotros
también estéis” (Juan 14: 2-3)
· “Más
nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador,
al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra,
para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual
puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3: 20-21)
Todo esto es razón más que suficiente para amarlo a Él
por todo lo que ha hecho ya; y no por las cosas materiales que pueda darnos.
A no mal interpretar:
Todo lo que es añadidura, el Señor nos lo dará a su
tiempo, pero lo que si está mal y totalmente fuera de lugar y despreciable, es
buscarlo solo y exclusivamente por esas añadiduras.
Lo que debemos hacer es pedirle perdón y
comprometernos a buscarle a Él por lo que Él es con nosotros, por lo que ha
hecho, salvándonos de una muerte segura y dándonos vida.
· “…Yo
he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan
10:10)
Mariela Alvez