jueves, 28 de abril de 2011

Falsos maestros y su destrucción

Falsos maestros y su destrucción

En su época, en el pueblo de Israel hubo también falsos profetas.
De la misma manera, en nuestros días, habrá entre los creyentes falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructivas, al extremo de negar [o no mencionar] a Jesús, al Señor Jesús quien los redimió; justificadamente, esto les traerá sobre sí mismos una inminente destrucción.  
Muchos los seguirán en sus prácticas dañinas y por causa de ellos se difamará el camino de la verdad.
Encaminados por la avaricia, amor al dinero, explotarán financieramente y harán mercadería de los creyentes con palabras fingidas.
Sin embargo, para estos personajes su condenación ya está preparada desde hace mucho tiempo y su perdición no duerme, es decir, su destrucción los acecha todo el tiempo.
Solo es de pensar que si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad para ser reservados para el día del juicio.
¿Qué pasará con ellos?
De la misma manera, Dios no perdonó al mundo antiguo cuando mando el diluvio sobre las personas malas de ese tiempo, solamente rescató a ocho personas, incluyendo a Noé, que fue predicador de justicia. (ver Génesis 6:1-7.24)
Otra muestra sucedió cuando, Dios condenó a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, las destruyó reduciéndolas a ceniza, esto sucedió para ponerlas como ejemplo a las personas descarriadas de futuras generaciones. (ver Génesis 6:19.24)
Sin embargo, Dios libró a Lot, una persona justa, que sufría por la vergonzosa conducta de los malvados de ese tiempo. (ver Génesis 19:1-6)
En su justicia, Dios sabe librar de la prueba a los compasivos, pero reserva a los malos para ser castigados en el día del juicio, sobre todo, a aquellos que llevados por sus malos deseos, corren detrás de los placeres carnales y desprecian la Soberanía de Dios. Estas son personas atrevidas y arrogantes, que no tienen miedo de blasfemar contra las potestades superiores.
Tomando como ejemplo, los ángeles, que son mayores en fuerza y en poder que el ser humano, no pronuncian ningún juicio injurioso contra ellos en la presencia del Señor.
Pero estas personas, como animales irracionales destinados por naturaleza a ser capturados y destruidos, hablan injuriosamente de lo que no entienden; sin embargo, perecerán en su propia corrupción y recibirán la recompensa de su injusticia, ya que ellos se deleitan entregándose obviamente a la depravación en pleno día.
Ellos son manchas y suciedades, quienes aún mientras comparten con la gente, estos se gozan engañándolas, tienen los ojos llenos de adulterio y no pueden dejar de pecar. Con un corazón experto en la codicia, seducen a las almas inestables; son hijos de condenación.
Ellos han abandonado el camino recto y se han extraviado, siguiendo el mismo ejemplo de un profeta llamado Balaam, el cual se dejó seducir por el dinero. No obstante, este profeta fue reprendido por una burra de carga, que hablando con voz humana, refrenó la locura de ese profeta. (ver Números 22)
Los que obran de esta manera, son fuentes sin agua, nubes empujadas por la tempestad; pero, para los que obran así está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre.
Con sus discursos arrogantes de vanidad, por medio de los deseos humanos desenfrenados y mediante lujurias, atrapan a gente que verdaderamente habían escapado de los que vivían en error.
Prometen libertad a esta gente, siendo ellos mismos esclavos de la corrupción. Porque al haber sido vencidos por la corrupción, estos se han vuelto esclavos de esta corrupción que los domina.
Si ellos habían escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, y después se vuelven a enredar y se dejan dominar de nuevo por estos vicios, terminan en peores condiciones que cuando principiaron. Más les hubiera valido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, se apartasen del santo mandamiento que les fue dado.
En estos personajes, se cumple lo que justamente dicen estos proverbios: El perro volvió a comer lo que había vomitado; la puerca recién lavada vuelve a revolcarse en el lodo.
Basado en 2 Pedro 2:1-22
Tomado de notas cristianas.

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