martes, 26 de abril de 2011

Cuidado con nuestra conciencia

Leer | 1 Corintios 8:9-12

¿Cómo toma usted sus decisiones? ¿Piensa principalmente en usted, o considera la manera como sus acciones afectarán la fe y la vida de otras personas? Así como tenemos que disciplinar nuestra conciencia para que ésta se robustezca, debemos también usar el discernimiento para tener la plena seguridad de no lastimar a un creyente más débil.

Algunos cristianos nunca se detienen a pensar que sus decisiones pueden debilitar la fe de otras personas. Justifican su conducta diciendo que Dios no los condena por ello. No es que se gozan con su conducta pecaminosa, pero sus defensas espirituales se han desarrollado lo suficientemente para permitirse hacer cosas que no habrían hecho en las primeras etapas de su vida espiritual. Estos creyentes no piensan que cristianos más nuevos en la fe están observando cómo viven su fe. Si los "más débiles" siguen el ejemplo que ven, su fe se verá confundida o inquietada, en vez de fortalecida.

Pablo culpa al creyente "más fuerte". Dice que somos responsables no sólo de nuestras acciones, sino también de los efectos de esas acciones. Al final, tenemos que cuidar más del "hermano débil por quien Cristo murió", que de nuestras necesidades y deseos (1 Co. 8:11).

Porque nuestra fe está a la vista de todo el mundo Dios promete recompensas, pero también insiste en la responsabilidad. Una de las recompensas es la libertad de la condenación. Pero esa libertad no significa licencia para hacer lo que nos apetezca, sin considerar a aquellos que observan nuestro ejemplo. Debemos discernir, por medio del Espíritu, lo que hará el mayor bien, y proceder en obediencia.

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