jueves, 21 de julio de 2011

Comentario a Salmos 2


Salmos 2 -El reino del ungido de Jehová-
1 ¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan cosas vanas?
2 Se levantarán los reyes de la tierra,
Y príncipes consultarán unidos
Contra Jehová y contra su ungido,(1) diciendo:
3 Rompamos sus ligaduras,
Y echemos de nosotros sus cuerdas.
4 El que mora en los cielos se reirá;
El Señor se burlará de ellos.
5 Luego hablará a ellos en su furor,
Y los turbará con su ira.
6 Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sion, mi santo monte.
7 Yo publicaré el decreto;
Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;
Yo te engendré hoy.(2)
8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones,
Y como posesión tuya los confines de la tierra.
9 Los quebrantarás con vara de hierro;(3)
Como vasija de alfarero los desmenuzarás.
10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;
Admitid amonestación, jueces de la tierra.
11 Servid a Jehová con temor,
Y alegraos con temblor.
12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían.
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Tomado de "Comentario Exegético-Devocional A Toda La Biblia."
Libros poéticos -Salmos Tomo-1. Editorial CLIE.
Es éste un salmo mesiánico y regio (como también los Sal. 18, 20, 21, 45, 72, 89, 101, 110, 132 y 144). Bajo el tipo del reino de David (dispuesto por Dios, opuesto por muchos, pero prevaleciendo al fin), se profetiza aquí el reino del Mesías, el Hijo de David (v. Hch. 4:25-27; 13:33; He. 1:5). En él nos predice el Espíritu Santo: I. La oposición que había de hacerse al Reino del Mesías (vv. 1-4). II. La represión y el castigo de tal oposición (vv. 4, 5).III. La erección del reino de Cristo a pesar de dicha oposición (v. 6). IV. La confirmación y el establecimiento del reino mesiánico (v. 7). V. La promesa de su ampliación y éxito (vv. 8, 9). VI. Un llamamiento y una exhortación a los reyes y príncipes a que se sometan voluntariamente a ser súbditos de este reino (vv. 10.12).
Versículos 1-6
Aquí tenemos una gran lucha entre el reino de Cristo y los que se oponen a él. Vemos:
l. La tremenda oposición que se hace al Mesías y a su reino (vv. 1-3). Habría de esperarse que una bendición tan grande para este mundo fuese universalmente bienvenida y acogida. Sin embargo, no hubo jamás una doctrina o una escuela de filósofos, ni gobierno alguno de este mundo, que haya sufrido una oposición tan violenta como la doctrina y el gobierno de Cristo. Las naciones y los pueblos, las cortes y los países, van a veces por caminos opuestos, pero aquí les vemos a todos unidos contra Cristo. Aunque su reino no es de este mundo ni entra dentro de su programa el debilitar los intereses terrenos, reyes y pueblos se alzan inmediatamente en armas. Así como los filisteos con sus jefes, tanto como Saúl y sus cortesanos, se oponían a que David accediese al trono, así también Herodes y Pilato, gentiles y judíos, extremaron su violenta oposición contra Cristo y su obra benéfica (Hch. 4:27).
1. "Se levantan... contra Yahweh y contra su ungido» (v. 2), esto es, contra toda religión en general y contra el cristianismo en particular. El gran autor de nuestra religión es llamado aquí el ungido (hebr. Meshiaju) de Yahweh, tipificado en el ungido David. Musitan o rumorean (v. 1. El mismo verbo que en 1:2), aquí con rabia, en violenta y malvada al reino del Mesías, métodos para suprimir o impedir los avances de dicho reino en el mundo.
2. «Conspiran juntamente, etc.» (v. 2). Es una oposición combinada, da, para ayudarse y animarse unos a otros. Si Yahweh y su Mesías les hiciesen ricos y grandes en este mundo, y si contemporizasen con sus violencias e injusticias, les darían la bienvenida; pero, al frenar su concupiscencias y sus pasiones corrompidas, no quieren que ese hombre reine sobre ellos (Lc. 19: 14). Cristo tiene para nosotrosligaduras y cuerdas: vínculos morales que nos unen a Él y conducen a nuestra dicha, porque son cuerdas humanas, cuerdas de amor (Os. 11:4). ¿Por qué se oponen los hombres a la ley de Dios para seguir sus propios caminos, cuando son cosas vanas? No pueden presentar ninguna razón válida para oponerse a una causa tan justa y a un gobierno tan bueno y generoso Tampoco pueden esperar éxito alguno al oponerse a un rey tan poderoso.
II La tremenda derrota que les espera a los rebeldes coligados. El reposo de la Mente Eterna ha de ser nuestro consuelo bajo todo lo que amenace perturbar nuestra mente. Nosotros somos zarandeados en la tierra y en el mar, pero Él se sienta (lit. v. 4) en los cielos, donde tiene su trono listo para el juicio.
1. Los vanos intentos de los enemigos de Cristo no merecen otra cosa que el ridículo: Dios (hebr. Adonay = el Señor Soberano) se reirá de ellos.
2. Serán justamente castigados (v. 5). Aunque desprecia Dios la impotencia de ellos, también está airado contra la perversidad de ellos. Los enemigos de Cristo pueden enfurecerse contra Dios, pero no le pueden hacer daño. Son ellos los que se hacen daño a sí mismos al oponerse al establecimiento del reino de Dios.
3. Son indudablemente, ineludiblemente, derrotados; todos sus planes (v1-3) se vienen al suelo: "Yo mismo -dice Yahweh- he instalado (lit. ungido) a mi rey sobre Sión, mi santo monte» (v. 6). Jesucristo es Rey, y Dios se complace en llamarle su Rey, porque Él le ha nombrado, le ha ungido con el Espíritu Santo (Is. 61:1) y a Él solo ha entregado, la administración del gobierno y el juicio; en él tiene el Padre todas sus complacencias.
Hemos de cantar estos versículos con santa exultación, triunfantes en Cristo, a la vez que oramos con fervor: "Venga tu reino», pues Dios realmente reina cuando las gentes se someten al gobierno de Cristo.
Versículos) 7-9
Veamos ahora lo que el Mesías mismo va a decir de su reino.
1. El reino del Mesías está fundado sobre un decreto eterno de Dios el Padre (v. 7). No ha sido una súbita resolución, ni la prueba de un experimento, sino el resultado de los consejos de la sabiduría divina.
2. El decreto se publica para conocimiento y satisfacción de todos los que son llamados a someterse al rey como súbditos, y para dejar sin excusa a los que no quieren que Cristo reine sobre ellos. Cristo presenta aquí un doble título para su reino:
(A) El título de herencia (v. 7): «Mi hijo eres tú; yo te he engendrado hoy.» En He. 1:5 se cita esta Escritura para mostrar que Cristo tiene más excelente nombre que los ángeles, y lo tiene por herencia (He. 1:4). "El Padre ama al Hijo, y todas las cosas las ha entregado en su mano» (Jn. 3:35). Siendo el Hijo, e Hijo único, es el heredero de todas las riquezas del Padre.
(B) El título de mutuo acuerdo (vv. 8,9), que consiste en que el Hijo se compromete a tomar las riendas del gobierno que Yahweh pone en sus manos. Dice Arconada: «Pídemelo no es condicional, ni propiamente exhortativo, sino, como el imperativo de 110:2, equivale a un futuro enérgico, y es forma poética de indicar el innato derecho, propio del «Hijo de Yahweh» y la facilidad de poseer cuanto a Él pertenece.»
3. Se le prometen al Mesías las naciones hasta los confines de la tierra (v. 8); no sólo los judíos, sino también los gentiles. Gran parte del mundo de la gentilidad recibieron el Evangelio cuando fue predicado por primera vez, pero esta Escritura tendrá cumplimiento final y pleno cuando los reinos de este mundo pasen a ser los reinos de nuestro Señor y de su Cristo (Ap. 11: 15). Es entonces cuando con cetro de hierro (v. 9) quebrantará a los que no se le sometan por amor. Esto se cumplió en parte cuando fue destruida Jerusalén por el poder romano y, cuando más tarde, fue establecida la religión cristiana con la destrucción oficial del paganismo, pero no se cumplirá plenamente hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies (1 Co. 15:24,25. V. Sal. 110:5,6).
Al cantar esto, y orar por ello, hemos de glorificar a Cristo como al Hijo de Dios y Señor legítimo nuestro, tomando aliento con esta promesa de que el reino del Mesías será establecido triunfante de toda oposición.
Versículos 10-12
Aplicación práctica de esta enseñanza concerniente al reino del Mesías, al exhortar el salmista a los reyes y jueces de la tierra a que, dejándose de cosas vanas (v. 1), sean sensatos (v. 10) y se sometan de buena gana al gobierno de Cristo. El que tiene poder para destruirlos muestra que no se complace en su destrucción, puesto que les exhorta a tomar una actitud que puede conducir a su felicidad. Lo que se dice a ellos, se dice a todos. Así que somos exhortados:
1. A reverenciar a Dios (v. 11), pues toda nuestra adoración, así como nuestra conducta, ha de comenzar por un santo temor de Dios; es cierto que nos hemos de alegrar en el Señor (Fil. 4:4), pero hemos de alegramos con temblor (v. l1b), es decir, con sentido de nuestra responsabilidad. Nuestra salvación se ha de llevar a cabo con temor y temblor (Fil. 2:12), frase que significa: con respeto y sentido de la responsabilidad.
2. A dar nuestra acogida a Jesucristo y sometemos a Él (v. 12), pues éste es el núcleo del cristianismo. (A) Hemos de besar al Hijo (v. 12, lit.), con el gesto del vasallo que besa la mano de su señor y, además, con el gesto del amor sincero al que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (v. Gá. 2:20) y nos sigue amando (Ap. 1:5; participio de presente en el original). (B) Las razones que respaldan este mandato divino: (a) La ruina segura de quienes rechacen a Cristo (v. 12a, ya que perecerán al enojarle; (b) la felicidad de quienes se sometan a Él (v. 12b), ya que son dichosos todos los que en El se refugian (lit.). Dichosos verdaderamente son los que, al haber recibido a Cristo, tienen en Él su refugio y patrón en el día de la ira, pues mientras el corazón de los otros desfallezca de miedo, el corazón de ellos exultará de gozo.
Al cantar esto, y orar sobre ello, hemos de sentir el corazón lleno de un santo temor de Dios y, al mismo tiempo, de una alegre confianza en Cristo, en cuya mediación podemos consolamos y animamos a nosotros mismos, así como unos a otros.

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