jueves, 21 de julio de 2011

Comentario a Salmos 06


Salmos 6 -Oración pidiendo misericordia en tiempo de pruebaSalmo de David.
1 Jehová, no me reprendas en tu enojo,
Ni me castigues con tu ira.(A)
2 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo;
Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.
3 Mi alma también está muy turbada;
Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
4 Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma;
Sálvame por tu misericordia.
5 Porque en la muerte no hay memoria de ti;
En el Seol, ¿quién te alabará?
6 Me he consumido a fuerza de gemir;
Todas las noches inundo de llanto mi lecho,
Riego mi cama con mis lágrimas.
7 Mis ojos están gastados de sufrir;
Se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.
8 Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad;(B)
Porque Jehová ha oído la voz de mi lloro.
9 Jehová ha oído mi ruego;
Ha recibido Jehová mi oración.
10 Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos;
Se volverán y serán avergonzados de repente.
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Tomado de "Comentario Exegético-Devocional A Toda La Biblia."
Libros poéticos -Salmos Tomo-1. Editorial CLIE.
David fue un profeta llorón como Jeremías, y este salmo constituye una de sus lamentaciones; fue redactado en tiempo de gran apuro. El que esté afligido o enfermo recite o cante este salmo. Comienza con quejas dolientes, pero acaba con alabanzas fervientes. De tres cosas se queja aquí el salmista: 1. Enfermedad del cuerpo. 2. Turbación de lamente. 3. Insultos de sus enemigos. Aquí él: 1. Derrama sus quejas delante de Dios, pide a Dios que retire su ira y le ruega fervientemente que le devuelva su favor (vv. 1-7). II. Se asegura a sí mismo una pronta respuesta de paz para su plena satisfacción (vv. 8-10). Este salmo es como el libro de Job.
Versículos 1-7
También este salmo está dirigido al músico principal, o director de música del santuario, en Neguinoth, es decir, para instrumentos de cuerda, y sobre Sheminith = « sobre la octava» (esto es, para cantarlo una octava más alta o baja; o —según Ryrie— sobre una lira de ocho cuerdas). Como dice la inscripción, es un salmo de David (v. 1, en la Biblia Hebrea). Los vv. 1-7 (en nuestras versiones) hablan el lenguaje de un corazón realmente humillado bajo providencias severas, y de un espíritu quebrantado y contrito bajo graves aflicciones.
1. Cómo presenta a Dios sus quejas. Las expone delante de Dios. ¿A quién habría de ir con sus quejas un hijo, sino a su padre? Se queja de enfermedad corporal (v. 2): «Mis huesos se estremecen.» Sus huesos y su carne estaban, como los de Job, afectados por la enfermedad. Se queja también de turbación de ánimo (v. 3): «Mi alma también está muy turbada», lo cual le causa mayor dolor que la debilidad y dolor de sus huesos. Triste cosa es para un hombre tener doloridos a un tiempo los huesos y el alma. «Y tú, oh Yahweh, ¿hasta cuándo?» Al Dios viviente hemos de dirigirnos en tiempos como éstos, pues él es médico de cuerpos y almas, y no a los asirios ni al dios de Ecrón.
2.Cómo le afectan estas aflicciones. Le pesan demasiado, pues está consumido a fuerza de gemir (v. 6). David era demasiado valiente y considerado como para dolerse así de una aflicción exterior, pero, cuando el pecado comenzó a cargar pesadamente sobre su conciencia, se lamentó y lloró en secreto y aun su espíritu rehusó el consuelo. Los verdaderos penitentes lloran en su retiro. David lloraba en la noche sobre su cama mientras meditaba en su corazón y solamente le veía el ojo de quien es todo ojos. Sus ojos se habían envejecido, de tanto llorar, a causa de sus angustiadores (v. 7), los cuales se alegraban de sus aflicciones y sacaban de sus lágrimas conclusiones falsas.
3. Cómo ora a Dios en esta situación tan triste. Lo que más teme es la ira de Dios; por eso ruega (v. 1): «Yahweh, no me reprendas en tu enojo, aunque lo tengo merecido, ni me castigues con tu ira. » Puede soportar bien la reprensión y el castigo, si Dios, al mismo tiempo, alza sobre él la luz de su rostro y hace, mediante su Santo Espíritu, que pueda sentir el gozo y la alegría de su misericordia; la aflicción del cuerpo le resultará tolerable si disfruta de consuelo en el alma (y. 4). Lo que más desea como supremo bien, y lo que para él supondría la restauración de todo bien, es el favor y la amistad de Dios. Ruega a Dios que tenga misericordia de él y le mire con compasión, que le perdone los pecados y que ejercite su poder para proporcionarle alivio: «Sáname, oh Yahweh» (v. 2), «Sálvame» (v. 4). También ora para que le retorne su favor: «Vuélvete, oh Yahweh» (v. 4), esto es: « Recíbeme de nuevo en tu favor y reconcíliate conmigo. »Ora en general para que le libre de todo mal: «Libra mi alma, esto es, mi persona» (v. 4).
4. Cómo presenta razones para apoyar sus peticiones, a fin de moverse a sí mismo, no para mover a Dios. Apela a su propia miseria, a la misericordia divina y a la gloria de Dios (v. 5): «Porque en la muerte no queda recuerdo de ti.»
Versículos 8-10
¡Qué súbito cambio para bien vemos aquí! El que tanto se quejaba, lloraba y se sentía sin remedio (vv. 6, 7), piensa y habla aquí de modo muy agradable.
1. Se aparta de los malvados y se fortalece contra los insultos de ellos (v. 8): «Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad.» Los malvados le habían provocado diciendo: «Dónde está tu Dios? (v. 3:2), considerándose victoriosos al ver el desánimo y la desesperación de él; pero ahora tenía razones para contestar a quienes le reprochaban, pues Dios le había consolado el ánimo y pronto iba a completar su liberación. Por eso dice: «Apartaos de mí.» Como si dijese: «Nunca daré oído a vuestros consejos ni a vuestras amenazas; vosotros deseabais que yo maldijera a Dios y me muriese, pero yo le bendeciré y viviré.» Cuando Dios ha hecho por nosotros grandes cosas, hemos de ponernos a pensar qué podemos hacer por El.
2. Se asegura a sí mismo de que Dios le era, y le había de ser, propicio, a pesar de las presentes amenazas de ira bajo las que se veía. Confía en obtener una respuesta favorable a la oración que está ahora pronunciando. Se da cuenta de que Dios le’ escucha mientras está hablando y, por consiguiente, se expresa con aires de triunfo: « Yahweh ha oído... » (v. 8); « Yahweh ha escuchado... » (v. 9); «Ha acogido Yahweh mi oración» (v. 9b).
3. Tras esta seguridad, David pasa rápidamente a contemplar la futura derrota de sus enemigos (v. 10). Los ve avergonzados, aterrados, huyendo confundidos. Ellos se alegraban al ver a David afligido (vv. 2, 3), pero, como suele suceder, el mal que desean a David se vuelve contra ellos mismos.

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