viernes, 13 de mayo de 2011

El Fracaso

Textos Elegidos: El Fracaso

Algunas reflexiones para quienes se encuentran descorazonados por los resutados que le son adversos a sus expectativas provocando un sentimiento permanente de derrota.

"Francisco fue siempre crack. Manejaba la pelota como nadie, era rápido y remataba con las dos piernas. Los vecinos de la calle Granaderos se asomaban para verlo hacer maravillas en el empedrado. Jugó en muchos equipos infantiles y después en algunos cuadros de barrio bastante fuertes.
Su sueño era jugar en primera. Conocer la fama, bañarse en ovaciones. También codiciaba la fortuna: casas, autos, dinero, seguridad para su familia.
Una tarde, cierto dirigente de un club grande lo vio en un picado.
Realizó algunos entrenamientos con los profesionales y anduvo bastante bien. Al final lo probaron en un amistoso de verano contra el Ferencvaros de Hungría.
La cancha estaba llena. Faltaba un minuto e iban cero a cero. Tomó la pelota, sereno en su acción. Eludió a dos hombres y enfrentó al arquero. Pensó en el futuro, en el contrato, en su nombre repetido por las muchedumbres, en los viajes, en la gloria.
Le salió un tiro miserable, mordido, pifiado y la pelota pasó a tres metros del arco.
Jugó un par de encuentros en reserva y después se consiguió un trabajo bastante bueno en el ferrocarril".
Alejandro Dolina. Elogio del fracaso. El sueño del pibe. El Ángel Gris
"Después de una vida larga y fecunda, un hecho desdichado,
un error, un pecado, un fracaso,
son suficientes para engendrar un sentimiento permanente de derrota.
En algún momento pensé que la muerte era preferible
antes que un gran error.
...Me doy cuenta de que los seres humanos son sumamente volubles en sus juicios. Dios, solamente Dios, nos conoce en nuestra esencia, nos ama, nos perdona totalmente y nos recuerda por quienes verdaderamente somos".
30 de junio de Sabbatical Journey. Henri Nouwen
"En la introducción al treinta de junio de Sabbatical Journey, Henri reflexiona sobre la transmisión televisiva de la derrota del equipo checo de fútbol por la Copa Europea. El arquero, que por otra parte jugó de manera excelente, perdió el partido en el minuto final. A pesar de sus hazañas, sólo será recordado por su fracaso.
Henri expresa este temor sobre sí mismo. Es un temor que muchos de nosotros ya vivimos por algún 'error' que define nuestra vida entera a los ojos de otras personas que se sienten autorizadas para despreciar nuestros logros o lo que podemos decir. También se manifiesta en el temor que si, realmente, las personas nos conocieran, nos detestarían.
Yo mismo me he enojado por el modo en que juzgamos a los demás a partir de un simple hecho o un aspecto particular de sus vidas. Si alguien que mintió una vez, entonces se convierte para siempre en un mentiroso. Si alguien fue infiel una vez en el matrimonio, se convierte para siempre en un adúltero. Si alguien fracasó una vez, entonces se convierte para siempre en un fracasado, como si un incidente pudiera revelar el estilo de toda una vida. O cuando caracterizamos a alguien en virtud de su género, raza, sexualidad, incapacidad, filiación política, religión y demás, pensando que esa única faceta revela su identidad".
Chris Glaser. Meditando con Henri Nouwen
"Las furias de tu corazón
no podrán hacer nada para que,
lo que sucedió,
no hubiera sucedido".
Ignacio Larrañaga. Las fuentes
"Tu tenías un proyecto y calculabas que el plan alcanzaría un techo de cien puntos, digámoslo así; y te adheriste a esos cien puntos. Pero, al culminar la tarea, el proyecto alcanzó solo cuarenta y cinco puntos. Fue, pues, un resultado negativo; pero, en realidad, no fue negativo, sino solamente inferior a tus previsiones.
Entre frustrado y herido por el amor propio, tu corazón comienza ahora a resistir mentalmente, a rechazar cordialmente aquel resultado, inferior a lo esperado. Y es entonces cuando ese resultado negativo se convierte en fracaso.
¿Dónde estuvo el error? ¿En haber apuntado demasiado alto, ilusionandote con alcanzar los cien puntos? No, ciertamente, sino en haberte adherido a esos cien puntos. Entre tu persona y los cien puntos se estableció, pues, una vinculación apropiadora.
Forjaste en sueños una imagen dorada, te identificaste con ella casi en una especie de simbiosis, y ahora la construcción de tu mente se derrumba, haciéndose trizas. Desilusión quiere decir que una ilusión se deshace y esfuma. Te hiciste una ilusión a la que te abrazaste con toda tu alma, y al deshacerse la ilusión se produjo en ti una especie de desgarramiento, el despertar amargo de quien estaba abrazado a una sombra.
El fracaso es, pues, un concepto subjetivo y relativo. Nace y vive en la mente cuando y en la medida en que rechazas el resultado. Y, a partir de ese momento, el fracaso empieza a presionarte, o, al menos, tú así lo sientes. En la medida en que sientes esa presión, tú la resistes con toda tu alma: presión y resistencia son siempre acciones correlativas. En la medida en que la resistes, la presión del fracaso es aceleradamente más opresiva.
Y así, encerrado en este círculo vicioso, mortífero y fatal, el hombre puede llegar a ser víctima de profundas perturbaciones de personalidad. ¡Despierta, pues!, y advierte que no es el fracaso el que te tiene atrapado a ti; sino que eres tú y sólo tú el que está dándose de cabeza, con tus resistencias mentales, contra aquel resultado negativo. Es una locura.
Aquello que, inicialmente, no fue más que un resultado imprevisible y parcial, a fuerza de darle vueltas en la cabeza y resistirlo en el corazón, lo has ido convirtiendo en un espectro monstruoso que te atemoriza y oprime. El problema está en ti.
¿Qué hacer, pues? Mirando a tu futuro, es necesario distinguir dos cosas: el esfuerzo y el resultado. El esfuerzo depende de ti; el resultado, no.
En lo que depende de ti, debes lanzarte al combate con todas las armas y todos los medios a tu alcance: la experiencia de la vida, la colaboración de los demás, el sentido común, la ley de la proporcionalidad, el idealismo, el entusiasmo, la discreción... En un campo de batalla, el estratega no puede descuidar ningún detalle; de una pequeña imprevisión puede depender una derrota.
De igual manera, en cada proyecto de tu vida, luego de proponerte una meta alta, razonablemente alta, debes poner en acción, con sagasidad y tesón, todos los medios de que dispongas para alcanzar esa meta.
¿Qué hacer, pues? Una vez agotados todos los recursos y que se acabó el combate y todo está consumado, el sentido común y la sabiduría más elemental de la vida nos confirman que es insensatez perder el tiempo en lamentaciones, dándose de cabeza contra el muro indestructible de un hecho consumado. Relega los resultados al rincón del olvido y quédate en paz; una paz que brotará justamente cuando te hayas desasido de los resultados.
En último término, ¿de qué o de quién dependen los resultados? De una cadena absolutamente imponderable de causalidades, que, ciertamente, se halla muy lejos de mi alcance: cuántas veces mi libertad y la de los demás están notablemente condicionadas, al menos en cierta zona de nuestra personalidad; también influyen los estados de ánimo, los factores climáticos o biológicos, la rivalidad de los demás, o simplemente otras eventualidades imprevisibles.
Suelta las ataduras que te ligaban emocional y adhesivamente a los resultados, y quédate en paz con la satisfacción de haber hecho lo que estaba en tus manos, aceptando la realidad tal como es; ocupado, sí; pero nunca preocupado.
He aquí, pues, el secreto para el combate de la vida: engarzar en un mismo haz estas dos dispares energías: pasión y paz".
Ignacio Larrañaga. Del sufrimiento a la Paz. El Fracaso
"De tanto en tanto, la vida nos decepciona. Nos decepcionamos de nosotros mismos, de nuestros fracasos y de nuestras frustraciones.
Estamos decepcionados de nuestra profesión, de nuestro marido o de nuestra mujer, de nuestra familia, del convento, de la parroquia. Hay quienes reaccionan con resignación ante la decepción. Simplemente se conforman con la vida tal como es. Pero en su corazón, se va muriendo, poco a poco, toda vitalidad, toda esperanza. Se entierran los sueños de la vida. También la decepción puede llevarme al tesoro. Quizás me libere de las ilusiones que me hago de mí mismo y de mi futuro. Quizás estuve mirando todo desde un prisma de color rosa y ahora la decepción me quita ese prisma y me muestra la verdad de mi vida.
La decepción desenmascara el engaño en el que había caído y lo elimina. Me muestra que mi imagen de mi mismo no es cierta, que me he estimado mal. Así, la decepción es la oportunidad de descubrir mi verdadero ser, la imagen que Dios se ha hecho de mí. Por supuesto que la decepción primero duele. Pero, a través del dolor, puedo aprender a reconciliarme con mi realidad y, así, a vivir conforme a la realidad".
Anselm Grün. Con El corazón y Todos Los Sentidos. Interpretar las decepciones como posibles

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